jueves, 3 de julio de 2008

a traves del espejo y lo que alicia vio al otro lado


El jardín de las flores vivas (fragmento)

Y sin embargo, ahí estaba la colina, a plena vista de Alicia; de forma que no le
cabía otra cosa que empezar de nuevo. Esta vez, el camino la llevó hacia un gran
macizo de flores, bordeado de margaritas, con un guayabo plantado en medio.
--¡Oh, lirio irisado! --dijo Alicia, dirigiéndose hacia una flor de esa especie que
se mecía dulcemente con la brisa--. ¡Cómo me gustaría que pudieses hablar!
--¡Pues claro que podemos hablar! --rompió a decir el lirio--, pero sólo lo
hacemos cuando hay alguien con quien valga la pena de hacerlo.
--¿Y pueden hablar también las demás flores?
Tan bien como tú --replicó el iris--, y desde luego bastante más alto que tú.
--Por cortesía no nos corresponde a nosotras hablar primero, ¿no es verdad? --
dijo la rosa--. pero ya me estaba yo preguntando cuándo ibas a hablar de una
vez, pues me decía: «por la cara que tiene, a esta chica no debe faltarle el seso,
aunque no parezca tampoco muy inteligente». De todas formas tienes el color
adecuado y eso es, después de todo, lo que más importa.
--A mí me trae sin cuidado el color que tenga --observó el lirio--. Lo que es una
lástima es que no tenga los pétalos un poco más ondulados, pues estaría mucho
mejor.
A Alicia no le estaba gustando tanta crítica, de forma que se puso a preguntarles
cosas:
--¿A vosotras no os da miedo estar plantadas aquí solas sin nadie que os cuide?
--Para eso está ahí en medio el árbol --señaló la rosa--. ¿De qué serviría si no?
--Pero ¿qué podría hacer en un momento de peligro? --continuó preguntando
Alicia.
--Podría ladrar --contestó la rosa.
¡Ladra «guau, guau»! --exclamó una margarita--, por eso lo llaman «guayabo».
--¡¿No sabías eso?! --exclamó otra margarita, y empezaron todas a vociferar a la
vez, armándose un guirigay ensordecedor de vocecitas agudas.
--¡A callar todas vosotras! --les gritó el lirio irisado, dando cabezadas
apasionadamente de un lado para otro y temblando de vehemencia--. ¡Saben que
no puedo alcanzarlas! --jadeó muy excitado, inclinado su cabeza hacia Alicia,
que si no ya verían lo que es bueno!
--No te importe --le dijo Alicia conciliadoramente, para tranquilizarlo.
E inclinándose sobre las margaritas, que estaban precisamente empezando otra
vez a vociferar, les susurró:
--Si no os calláis de una vez ¡os arranco a todas!
En un instante se hizo el silencio y algunas de las margaritas rosadas se pusieron
lívidas.
--¡Así me gusta! --aprobó el lirio--. ¡Esas margaritas son las peores! ¡Cuando
uno se pone a hablar, rompen todas a chillar a la vez de una forma tal que es
como para marchitarse!
--¿Y cómo es que podéis hablar todas tan bonitamente? --preguntó Alicia,
esperando poner al lirio de buen humor con el halago--. He estado en muchos
jardines antes de este, pero en ninguno en que las flores pudiesen hablar.
--Coloca la palma de la mano sobre el lecho de tierra de nuestro macizo, --le
ordenó el lirio-- y entonces comprenderás por qué.
Así lo hizo Alicia.
--Está muy dura la tierra de este lecho --comentó--, pero aún así no veo qué tiene
que ver eso.
--En la mayor parte de los jardines --explicó el lirio-- los lechos de tierra son tan
muelles... que se amodorran las flores.
Eso le pareció a Alicia una razón excelente y se quedó muy complacida de
conocerla.
¡Nunca lo habría pensado! --comentó admirada.

Las flores místicas


Los lirios del Cantar de los cantares

“Yo soy la rosa de Sarón, el lirio de los valles”
Cantar de los Cantares 2:1


El Jardín está presente en todas las culturas, sea en un paraíso agreste de piedras y agua, sea en los elaborados jardines Romanos, o en el grotesco jardín de las delicias de El Bosco. El jardín a lo largo de la historia simboliza placer, deleite, inocencia y también pecado, no olvidemos que nuestro sufrimiento según la tradición Judeocristiana arranca con el destierro de Adán y Eva del Jardín del Edén. En este contexto de jardines y delicias se alza El Cantar de los Cantares, uno de los libros del Antiguo Testamento, único por su tono de romance poético y bucólico, describe los amores de Salomón y la Sulamita (Citada en Cnt6:13) en medio de imágenes exóticas de paisajes florecidos (Frondoso es nuestro lecho; las vigas de nuestra casa, cedro; nuestro artesonado, ciprés. Cnt 1:17) que rodean el libro haciéndolo único dentro de la tradición judeocristiana. Hay quienes ven un canto alegórico entre Dios/Jesús y su Pueblo/Iglesia (el esposo y la esposa) o simplemente un canto al amor verdadero. Para nosotros el interés radica en las alegorías florales. Así, en lectura de los 8 capítulos del libro la flor que persiste con mayor belleza e insistencia es el Lirio, con rasgos que se acomodan tanto al esposo como a la esposa.

El esposo: Tus dos pechos son como dos venaditos, mellizos de gacela, que se apacientan entre lirios (Cnt 4:5).

Tu vientre es como un Montón de trigo rodeado de lirios (Cnt 7:2b).

La esposa: Sus mejillas son como Almácigos de especias Aromáticas, que exhalan perfumes. Sus labios son como lirios que despiden penetrante aroma (Cnt 5:13).

El lirio, planta vivaz de cinco a seis decímetros de altura, de flores terminales grandes, de seis pétalos azules o morados y a veces blancos, fueron la excusa perfecta para los cantos de amor entre Salomón y la Sulamita.

Referencia a los Lirios y otras flores en El cantar de los Cantares.

1:14 Mi amado se parece a un racimo de flores de alheña de las viñas de En-guedi.
2:1 Yo soy la rosa de Sarón,el lirio de los valles.
2:2 Como un lirio entre los cardos es mi amada entre las Jóvenes.
2:16¡Mi amado es Mío, y yo soy suya! El apacienta entre los lirios
4:5 Tus dos pechos son como dos venaditos, mellizos de gacela, que se apacientan entre lirios.
4:13 Tus plantas son un huerto de granados con exquisito fruto. Hay alheñas y nardos;
5:13 Sus mejillas son como Almácigos de especias Aromáticas, que exhalan perfumes. Sus labios son como lirios que despiden penetrante aroma.
6:2 Mi amado Descendió a su huerto, al Almácigo de las especias, para apacentar en los jardines y para recoger los lirios.
6:3 ¡Yo soy de mi amado, y mi amado es Mío! El apacienta entre los lirios.
6:11 Al huerto de los nogales Descendí, para ver los retoños del valle, para ver si las vides ya han florecido; si han brotado los granados.
7:2 Tu ombligo es como una copa redonda a la que no le falta el vino aromático. Tu vientre es como un Montón de trigo rodeado de lirios.
7:12 madruguemos para ir a las viñas. Veamos si han florecido las vides, si se han abierto sus botones, o si han brotado los granados. ¡Allí te daré mi amor!
7:13 Las Mandrágoras ya despiden su fragancia, y a nuestras puertas hay toda clase de frutas selectas: tanto frescas como secas que he guardado para ti, oh amado Mío.

Heliconias musas de fuego


En los lugares más recónditos e inclinados (bordes de ríos, pantanos) hasta en potreros secos y suelos áridos se encuentra uno de los grupos más bellos, exuberantes y de mayor potencial florístico: Las heliconias.
Estas “llamaradas de la selva” calificativo que deriva de su intenso color rojo, invade el territorio colombiano con un refrescante toque de exótica belleza.
Heliconia Áurea, Wagneriana, Gigantea, Terciopela, Vaginalis, Tenebrosa
Nuestro país alberga la mayor cantidad de especies, un 75% de su presencia radica en la zona Andina.
Colombia cuenta además con una alta proporción de endemismo (exclusividad) y posiblemente sea el centro de origen evolutivo de las mismas.

Glosario de obras con títulos de flores



El lirio del valle Honoré de Balzac.
Flor de fango José María Vargas Vila
Lirio negro José María Vargas Vila.
El nombre de la Rosa. Umberto Eco
Las flores del mal Charles Baudelaire.
La Dalia negra James Ellroy
Asphodel Hilda Doolitle
Crónica de Flores y Blancaflor Anónimo
El ruiseñor y la Rosa. (Oscar Wilde)
Las rosas de piedra Sara Gainham
El tulipán negro Alejandro Dumás

suenan timbres y flores


Alusión a las flores en suenan timbres de Luis vidales

A UNA FLOR
Tú tienes un alma
que sube por el tallo
y te alumbra.
Pero tu alma no sabe hablar
ni sabe quejarse
ni discurrir sobre las cosas.
Yo quisiera – oh pequeña flor
absorta en la materia -
darte del alma intelectiva
porque a mi me pesa mucho toda la que llevo
y a tu alma le falta
un poco de dolor.

FLOR EXTRAÑA (extraño nombre el de esta poema. en mi opinión Luis Vidales semeja la materia del ruido a la materia de la flor)
Los automóviles pasan sobre sus ruidos.
Los ruidos chillan todo cuanto pueden
pero los automóviles
¡uf!
Los aplastan
y los dejan estampados contra el pavimento.

VISIONES DEL CARAJETE
La rosa introduce un ligero desorden en el transcurso del tiempo.

Amorphophallus titanum, la flor más grande del mundo


El aro gigante o bunga bangkai (del indonesio, "flor cadáver"; en la clasificación científica Amorphophallus titanum, literalmente "falo amorfo titánico") es una planta herbácea, tuberosa que produce una inflorescencia en espádice llamada a veces "la flor más grande del mundo"; en mayo del 2003 la Universidad de Bonn (Alemania) presentó un ejemplar vivo de 2,74 m de altura.

Tomado de
http://es.wikipedia.org/wiki/Amorphophallus_titanum

miércoles, 2 de julio de 2008

Significado de las flores (flower meanings)

Deseo y regocijo, sinceridad y comprensión, amor verdadero y no correspondido son algunos de los sentimientos asociados al magnífico lenguaje

Acacia: Elegancia/amor secreto
Acedera: Paciencia
Adelfa: Seducción
Aguileña: Adolescencia
Alhelí amarillo: Fidelidad en la adversidad
Almendro: Indiscreción
Altramuz: Veracidad
Amapola blanca: Sueño
Amapola roja: Consuelo
Amaranto: inmortalidad
Amor en bruma: rechazo
Anémona: Abandono
Azafrán: Conocimiento del exceso
Azucena: Corazón inocente
Acacia amarilla: Amor secreto
Alhelí encarnado: Belleza duradera
Almizcle: Debilidad
Amapola roja: Consuelo
Begonia: Cordialidad
Betónica: Sorpresa
Belladona: Sinceridad
Boca de dragón: Presunción
Campánula: Coquetería
Capullo blanco de rosa: Inocente en amor
Clavel amarillo: Desdén
Clavel rojo: Corazón que suspira
Clavel silvestre: Amor de mujer
Crisantemo amarillo: Amor desdeñado
Crisantemo blanco: Sinceridad
Campanilla de invierno: Esperanza
Capuchina: Obediencia
Capullo rojo de rosa: Pureza
Clavel estriado: Rechazo
Clavel de poeta: Galantería
Centaurea: Felicidad
Cincoenrama: Afecto maternal
Clemátide: Belleza de alma
Crisantemo rojo: Te quiero
Dalia: Inestabilidad
Dimorphoteca: Celo, cuidado
Estragón: interés duradero
Espliego: Fervor
Gardenia: feminidad
Genciana: Eres injusta
Geranio oscuro: Melancolía
Geranio rosa: Preferencia
Helenio: Lágrimas
Iris blanco: Esperanza
Iris azul: noticias placenteras
Jacinto: Constancia
Jazmín blanco: Amabilidad
Jazmín amarillo: elegancia, felicidad
Jazmín blanco: Amabilidad, apego
Lavanda: Frivolidad
Lila blanca: inocencia juvenil
Lila morada: Primeras emociones
Lirio del valle: Vuelta de la felicidad
Madreselva: Devoción.
Manzanilla loca: sonrojo
Margarita: inocencia/¿Me amas?
Narciso: Egoísmo
Nenúfar: Pureza de corazón
Olivo: Paz
Orquídea: Una belleza
Peonia: Veracidad
Lunaria: Sinceridad/riqueza
No me olvides: Amor verdadero
Pensamiento: Recuerdo
Petunia: Me alivias
Pulsátila: No puedes pretender nada
Ranúnculo: Ingratitud
Romero: Recuerdo
Rosa amarilla: Debilitamiento del amor, celos
Rosa blanca y roja: Mezcla de sentimientos
Trébol: Venganza
Trinitaria: Perplejidad
Tulipán rojo: Declaración de amor
Ulmaria: Inutilidad
Verónica: Fidelidad
Violeta azul: Confianza
Viborera: Falsedad
Zinnia: Recuerdo de los amigos ausentes

LAS FLORES Y LAS HADAS[1]


El perfume es el alma de las flores, y cuando nos impregnamos de su olor, perpetuamos la memoria de su efímera existencia. Por alguna cosa se afirma que los perfumes tienen algo de inmortalidad… como las hadas que, sin duda, en los alambiques mágicos elaboran esencias aromáticas que luego esparcen por el mundo.

El recuerdo de vidas tan efímeras se eterniza en el alma de cada familia floral, que en el mundo invisible de perfumes y vibraciones etéreas pertenece al dominio de las hadas. De ahí que cada una de las distintas especies tenga su significación mágica y su leyenda.

Se dice que las PRÍMULAS hacen visible lo invisible. Así es que si alguien quiere ver a las hadas, sólo tiene que comer un manojo de estas flores de primavera. Más aún, constituyen una llave de oro para abrir el camino de las hadas y para hallar los tesoros escondidos por ellas.

Las MARGARITAS son, al mismo tiempo, símbolo de inocencia y olvido, pero también se las considera oráculos del amor cuando al deshojarlas se alterna la fórmula: “me quiere, no me quiere…”, para quedarse con la última frase correspondiente al último pétalo como respuesta del destino. En Irlanda se dice que las margaritas son como una lluvia que, desde el cielo, las almas de los niños vierten en la tierra. Hay quienes afirman que son las lágrimas de María Magdalena, suyo arrepentimiento se trueca en olvido al transformarse en flores.

Las hadas regalan NOMEOLVIDES como ofrenda propicia al amor sincero y a la fidelidad. Según una antigua leyenda, una pareja de enamorados paseaba a orillas de un río. La doncella se quedó embelesada ante unas florecitas azules con una pequeña estrella áurea en el centro, porque veía en ellas como espejos diminutos del cielo. El caballero, entonces, quiso regalarle un ramillete, pero al querer recoger las flores, resbaló y cayó a la corriente impetuosa, que lo arrastró sin remedio. Antes de caer, sin embargo, alcanzó a arrojar las flores a la orilla, y desapareció diciendo en un grito ahogado por la violencia de las aguas: “No me olvides…No me olvides”.

La dulce fragancia del ALHELÍ también está impregnada de connotaciones trágicas y amorosas. Una leyenda escocesa explica por qué el alhelí crece junto a los muros solitarios de viejos castillos abandonados. La hija de un rey, prometida de un príncipe, amaba a un joven noble, Éste, vestido de juglar, se introdujo en los jardines del castillo y dedicó ala princesa un romance un romance en el que veladamente le transmitía un plan de fuga.
Ella respondió que aceptaba tirándole con disimulo un alhelí. La noche señalada para la fuga, cuando se disponía a bajar desde su balcón para entregarse a su amado que la esperaba junto al muro, se rompió la cuerda y ella cayó. Su cuerpo exánime se transformó en una planta de alhelí, cuyas flores siguen llamando al enamorado con su perfume.

Las florecitas del DIGITAL son usadas por las hadas, unas veces como guantes, otras como pequeños sombreros. Hay quienes las llaman “dedal de los duendes”, porque obran como tónico cardíaco ya que fortalecen el corazón ante la gran agitación que produce la cercanía de la gente menuda. Esta planta crece en bosques de robles y entre rocas y peñascos. Sus propiedades varían dependiendo de las horas del día. Según las recetas de las hadas, hay que recoger las hojas durante las primeras horas de la tarde, dejarlas secar y conservar en frascos de cristal.

Uno de los nombres más frecuentes que se la da al PENSAMIENTO en los campos ingleses es el de “alivio del corazón”, aunque también se le llama “flor tricolor” o “amor ocioso”. Lo cierto es que a estas flores las aman tanto los humanos como las hadas. Shakespeare, en El suelo de una noche de verano, muestra a Oberón preparando sus filtros de amor con estas flores, que vierte después en los párpados de Titania, conjurándola a qué, al despertar, se enamore del primer ser que vean sus ojos. Así es que se enamora con locura de Bottom, el tejedor hechizado, que tiene una cabeza de asno.


[1] Tomado de Vida, secretos y costumbres del mundo encantado de las hadas. Teresa, Martín. Ed. Optima, 2003.

Las flores en El amor en los tiempos del cólera


Citas tomadas de la Editorial Oveja negra, Colombia 1985.

De todos modos iba a enviar una corona de gardenias, por si acaso Jeremiah de Saint – Amour había tenido un último minuto de arrepentimiento. (16)

(Juvenal Urbino) Se levantaba con los primeros gallos, y a esa hora empezaba a tomar sus medicinas secretas: bromuro de potasio para levantar el ánimo, salicilatos para los dolores de los huesos en tiempo de lluvia, gotas de cornezuelo de centeno para los vahídos, belladona para el buen dormir. (16)

Desayunaba en familia, pero con un régimen personal: una infusión de flores de ajenjo mayor… (17)

El doctor Urbino reconoció de cerca la pesadumbre de las ciénagas, su silencio fatídico, sus ventosidades de ahogado que tantas madrugadas de insomnio subían hasta su dormitorio revueltas con la fragancia de los jazmines del patio, y que el sentía pasar como un viento de ayer que nada tenía que ver con su vida. (22)

El portón se había abierto sin ruido, y en la penumbra interior estaba una mujer madura, vestida de negro absoluto y con una rosa roja en la oreja. (23)

… puso en el fogón el agua para el café, se vistió de luto cerrado y cortó en el patio la primera rosa de la madrugada. (27)

… la misma ciudad ardiente y árida de sus terrores nocturnos y los placeres solitarios de la pubertad, donde se oxidaban las flores y se corrompía la sal… (28)

Había toda clase de pájaros de Guatemala en las jaulas de los corredores, y alcaravanes premonitorios y garzas de ciénaga de largas patas amarillas, y un ciervo juvenil que se asomaba por las ventanas por comerse los anturios de los floreros (35)

El patio era igual al claustro de una abadía, con una fuente de piedra que cantaba en el centro y canteros de heliotropos que perfumaban la casa al atardecer. (51)

Fermina Daza estaba cambiada sin el uniforme escolar, pues llevaba una túnica de hilo con muchos pliegues que le caían desde los hombros como un peplo, y tenía en la cabeza una guirnalda de gardenias naturales que le daban la apariencia de una diosa coronada (87)

Florentino Ariza, con una camelia blanca en el ojal de la levita, atravesó entonces la calle y se paró frente a ella. (87)

Él le ofreció entonces la camelia que llevaba en el ojal. Ella la rechazó: “es una flor de compromiso”. (88)

Le bastó con un interrogatorio insidioso, primero a él y después a la madre, para comprobar una vez más que los síntomas del amor son los mismos del cólera. Prescribió infusiones de flores de tilo para entretener los nervios… (89)

Fue esa la época en que cedió a las ansias de comerse las gardenias que Tránsito Ariza cultivaba en los canteros del patio, y de ese modo conoció el sabor de Fermina Daza. (93)

Trastornado por la dicha, Florentino Ariza pasó el resto de la tarde comiendo rosas y leyendo la carta, repasándola letra por letra una y otra vez y comiendo más rosas cuanto más la leía, y a media noche la había leído tanto y había comido tantas rosas que su madre tuvo que barbearlo como a un ternero para que se tragara una pócima de aceite de ricino. (97)

Ansioso de contagiarla de su propia locura, le mandaba versos de miniaturista grabados con la punta de un alfiler en las puntas de las camelias. (99)

A Fermina Daza le bastó con ver la expresión de malicia de malicia radiante de la prima para que retoñara en la memoria de su corazón el olor pensativo de las gardenias blancas, antes de triturar el sello de lacre con los dientes y quedarse chapaleando hasta el amanecer en el pantano de lágrimas de los once telegramas desaforados. (121)

La ansiedad de Fermina Daza se disipó muy pronto, porque el viento fue favorable toda la noche, y el mar tenía un olor de flores que la ayudó a bien dormir sin las correas de seguridad. (136)

El mar parecía de ceniza, los antiguos palacios de marqueses estaban a punto de sucumbir a la proliferación de los mendigos, y era imposible encontrar la fragancia ardiente de los jazmines detrás de los sahumerios de muerte de los albañales abiertos. (149)

- Le he dicho a su hija que está como una rosa.
- Así es - dijo Lorenzo Daza - , pero con demasiadas espinas. (165)

Rogaba a Dios que la centella de la justicia divina fulminara a Fermina Daza cuando se dispusiera a jurar amor y obediencia a un hombre que sólo la quería para esposa como a un adorno social, y se extasiaba en la visión de la novia, suya o de nadie, tendida bocarriba sobre las losas de la catedral con los azahares nevados por el rocío de la muerte, y el torrente de espuma del velo sobre los mármoles funerarios de catorce obispos sepultados frente al altar mayor. (201)

El olor de Fermina Daza se fue haciendo poco a poco menos frecuente e intenso, y por último sólo quedó en las gardenias blancas. (205)

No iba en realidad sino a lo que iba, llevando siempre el regalo único de una rosa solitaria, y desaparecía hasta la siguiente ocasión imprevisible. (245)

Escondido en la penumbra de las lunetas, con una camelia viva latiéndole en el ojal de la solapa por la fuerza del anhelo, Florentino Ariza vio a Fermina Daza abriendo los tres sobres lacrados en el escenario del antiguo del antiguo Teatro Nacional, la noche del primer concurso. Se preguntó que iba a suceder en el corazón de ella cuando descubriera que él era el ganador de la Orquídea de Oro. Estaba seguro de que reconocería la letra, y que en aquel instante habría de evocar las tardes de bordados bajo los almendros del parquecito, el olor de las gardenias mustias en las cartas, el valse confidencial de la diosa coronada en las madrugadas del viento. (265)

Los malos eran los de las fondas lúgubres del puerto, donde lo mismo se comía como un rey o se moría de repente en la mesa frente a un plato de rata con girasoles,… (266)

Le llamó la atención por su blancura de nácar, su fragancia de gorda feliz, su inmensa pechuga de soprano coronada por una magnolia artificial. (267)

“Me di cuenta por la manera como le temblaba la flor de la solapa mientras abrían los sobres”. Le mostró la magnolia de peluche que tenía en la mano, y le abrió el corazón:
- yo por eso me quité la mía – dijo. (268)

Desde ese momento, Florentino Ariza la vio con otros ojos. También para ella pasaban los años. Su naturaleza feraz se marchitaba sin gloria, su amor se demoraba en sollozos, y sus párpados empezaban a mostrar la sombra de las viejas amarguras. Era una flor de ayer. (275)

Pasó una esponja sin lágrimas por encima del recuerdo de Florentino Ariza, lo borró por completo, y en el espacio que él ocupaba en su memoria dejó que floreciera una pradera de amapolas. (282)

A la vuelta de unos años los dos rosales se habían extendido como maleza por entre las tumbas, y el buen cementerio de la peste se llamó desde entonces el Cementerio de las Rosas, hasta que algún alcalde menos realista que la sabiduría popular arrasó en una noche con los rosales y le colgó un letrero republicano en el arco de la entrada: Cementerio Universal. (298)

Vieron las murallas intactas, la maleza de las calles, las fortificaciones devoradas por las trinitarias, los palacios de mármoles y altares de oro con sus virreyes podridos de peste dentro de las armaduras.
Volaron sobre los palafitos de las Trojas de Cataca, pintados de colores de locos, con tambos para criar iguanas de comer, y colgajos de balsaminas y astromelias en los jardines lacustres. (310)

Era una típica casa antillana pintada toda de amarillo hasta el techo de cinc, con ventanas de anjeo y tiestos de claveles y helechos colgados en el portal, y asentada sobre pilotes de madera en la marisma de la Mala Crianza. (330)

Hablaban mucha horas, el viejo en la hamaca con su nombre bordado en hilos de seda, lejos de todo y de espaldas al mar, en una antigua hacienda de esclavos desde cuyas terrazas de astromelias se veían por la tarde las crestas nevadas de la sierra. (364)

El lunes, sin embargo, al llegar a su casa de la Calle de las ventanas, tropezó con una carta que flotaba en el agua empozada dentro del zaguán, y reconoció de inmediato en el sobre mojado la caligrafía imperiosa que tantos cambios de la vida no habían logrado cambiar, y hasta creyó percibir el perfume nocturno de las gardenias marchitas, porque ya el corazón se lo había dicho todo desde el primer espanto: era la carta que había esperado, sin un instante de sosiego, durante más de medio siglo. (380)

Pero aún: Los espacios de la memoria donde lograba apaciguar los recuerdos del muerto iban siendo ocupados poco a poco pero de un modo inexorable por la pradera de amapolas donde estaban enterrados los recuerdos de Florentino Ariza. (387)

Salió a una ciudad distinta, enrarecida por las últimas dalias de junio, y a una calle de su juventud por donde desfilaban las viudas de tinieblas de la misa de cinco. (393)

No tenía ni el tono, ni el estilo, ni el soplo retórico de los primeros años del amor, y su argumento era tan racional y bien medido, que el perfume de una gardenia hubiera sido un exabrupto. (399)

Así de vieja como estaba la habían escogido para recibir con un ramo de rosas a Charles Lindbergh cuando vino en su vuelo de buena voluntad… (418)

Una mañana mientras cortaba rosas de su jardín, Florentino Ariza no pudo resistir la tentación de llevarle una en la próxima visita. Fue un problema difícil en el lenguaje de las flores por tratarse de una viuda reciente. Una rosa roja, símbolo de una pasión en llamas, podía ser ofensiva para su luto. Las rosas amarillas, que en otro lenguaje eran las flores de la buena suerte, eran una expresión de celos en el vocabulario común. Alguna vez le habían hablado de las rosas negras de Turquía, que tal vez fueran las más indicadas, pero no había podido conseguirlas para aclimatarlas en su patio.
Después de mucho pensarlo se arriesgó con una rosa blanca, que le gustaban menos que las otras, por insípidas y mudas: no decían nada. A última hora, por si Fermina Daza tenía la malicia de darles algún sentido, le quitó las espinas.
Fue bien recibida, como un regalo sin intenciones ocultas, y así se enriqueció el ritual de los martes. Tanto, que cuando él llegaba con la rosa blanca ya estaba preparado el florero con agua en el centro de la mesita de té. Un martes cualquiera, al poner la rosa, él dijo de un modo que pareciera casual.
- En nuestros tiempos no se llevaban rosas sino camelias.
- Es cierto –dijo ella-, pero la intención era otra, y usted lo sabe. (422)

- En la sociedad del futuro –concluyó-, usted tendría que ir ahora al camposanto, a llevarnos a ella y a mí un ramo de anturios para el almuerzo. (426)

Fermina Daza dio instrucciones al camarero de que la dejara dormir a su gusto, y cuando despertó había en la mesa de noche un florero con una rosa blanca, fresca, todavía sudada de rocío, y con ella una carta de Florentino Ariza con tantos pliegos como alcanzó a escribir desde que se despidió de ella. (449)

Algunas llevaban los cabellos adornados con hermosas flores de papa que empezaban a desfallecer con el calor. (464)

…el buque salió de la bahía con las calderas sosegadas, se abrió paso en los caños a través de las colchas de tarulla, lotos fluviales de flores moradas y grandes hojas en forma de corazón, y volvió a las ciénagas. (472)






la estrataegia de la flor


El instinto de los seres vivos radica en el deseo básico de conservar y perpetuar su especie. En la historia de la evolución las estrategias de origen adaptativo y protector causan perplejidad y admiración hacia aquellos que las explotan (un@s con más descaro que otr@s) para dar continuidad a su linaje.

¿Qué es aquello que percibimos como (C)olor? ¿Qué relaciones guardan con la forma de percibir el mundo y de qué forma las flores los han usado a su favor?

Los olores tienen la virtud de transportar, de generar añoranzas, facilitar estados meditativos o de regocijo, comprimir espacio y tiempo en una exhalación de aire y traer al presente recuerdos estancados en nuestra memoria.

En cuanto al color, aunque no siempre lo asociamos al recuerdo sí lo vinculamos, de manera errónea, como una propiedad intrínseca de los objetos, error que ratificamos al definirlo como sensación (creada en el cerebro) que se unifica a la forma y a la profundidad de las cosas. Hay quienes sostienen que el color es un lujo innecesario, o una ilusión de los sentidos pero las flores lo han usado con sabiduria.

En el libro egipcio de los muertos, los Vedas hindúes y la Biblia (Antiguo Testamento), se hace referencia a ungüentos, incienso y catálogos de flores y hierbas usadas para los ritos litúrgicos, amatorios (El cantar de los cantares), culinarios y funerarios.

Las sustancias volátiles de la flor, al ser percibidas “perfume”, por los individuos de interacción (insectos) desempeñan múltiples funciones, entre ellas: Manipular la conducta sexual del insecto y ahuyentar depredadores.

La orquídea abejera (Ophrys scolopax) semeja las feromonas sexuales femeninas de la abeja solitaria Eucera Longicormis para incitar a las abejas macho a la cópula. Algunas flores atraen insectos polinizadores y combaten a otros al producir piretrinas (insecticidas) y así evitar contactos perjudiciales. Forma poco grata de aprender a asociar fragancia y recompensa.


Se puede catalogar como un engaño provechoso que da continuidad a la especie floral, el hombre una de sus principales víctimas cae ante su poder estético y dominado por el impulso emocional de alegría o tristeza las compra, idolatra e inmortaliza con palabras. El poeta Kavafis lo hace desde las Bellas flores blancas.

“Lo enterraron el sábado,
a las diez de la mañana.
Lo enterraron el sábado:
hace casi una semana.

Sobre su caja barata
él coloco unas flores,
encantadoras flores blancas
que iban bien
con su belleza y
con sus veintidós años.

Por la tarde cuando vuelve,
– después de su trabajo,
hay que ganar el pan –
al café donde
solían ir juntos:
como un cuchillo en su corazón
es ese oscuro local
al que solían ir juntos.

SIMBOLOGÍA FLORAL[1]


Los símbolos casi siempre objetos familiares que representan algo abstracto, como una idea, una virtud, una emoción, un valor, una aspiración, una creencia, una esperanza o un miedo surgieron como la representación o imagen mental reconocible al instante de un concepto. A pesar de que los signos y los símbolos se superpongan con frecuencia, sus objetivos son distintos: mientras que los signos se limitan a dar información; los símbolos enriquecen lo cotidiano, y a menudo le dan una dimensión espiritual.

Resumiremos la simbología floral que el autor Jack Tresidder presenta en el libro 1001 símbolos. Y que son de gran ayuda a la hora de apreciarlas en el contexto literario.

LAS FLORES COMO SÍMBOLO DE AMOR

Durante muchos siglos, las flores han simbolizado el amor, tanto espiritual como sensual, y conservan ese papel en los ramos de los enamorados actuales.
Su poderoso simbolismo procede de antiguos lazos con la belleza, la juventud y la alegría. Si las flores han seguido siendo las emisarias preferidas del amor, es en parte porque captan su fresca espontaneidad. Los victorianos, sin embargo, crearon un código floral más complicado, por lo que alo largo del noviazgo se usaban una serie de flores preestablecidas para transmitir diversos matices de significado.

Una rosa amarilla podía dar a entender que el remitente estaba celoso de un rival, mientras que un ramo de rosas blancas expresaba un respeto convencional por la pureza juvenil de su receptora.

Como flor de la pasión, ninguna supera a la rosa roja, antiguo emblema de las diosas del amor y atributo de Venus en el arte. La rosa roja del deseo, con sus espinas que hieren, tiene una tradición extraordinaria en el arte y la literatura occidental como símbolo místico de las ansias y tormentos del corazón en su búsqueda de la unión amorosa perfecta. No obstante, la rosa roja también tiene el color de la excitación, y es un símbolo genital secreto.

El loto es el equivalente oriental de la rosa como versión idealizada de la vulva. En algunas miniaturas hindúes, Krishna regala un loto a su amada Radha, mientras que en el budismo tántrico el tallo y la flor de loto forman una imagen masculina y femenina a la vez de armonía sexual y espiritual. El pensamiento con sus flores en forma de corazón, expresa amor en el sentido de recuerdo afectuoso. En Flandes el clavel rojo era un símbolo de los esponsales, y aparece con este significado en algunas pinturas de los Países Bajos.

LAS FLORES COMO SÍMBOLO DE MORTALIDAD Y FUGACIDAD

Las flores son símbolos frecuentes de la vida humana y de la esperanza de un renacimiento, como en el ikebana, el arte japonés de la decoración floral. La poesía y el arte occidentales ofrecen temas similares.
En las vanitas de la pintura Europea de los siglos XVI y XVII, la naturaleza muerta era un patético recordatorio de la brevedad de la vida. Una manera de simbolizar que el autor del encargo era consciente de la vanidad de los bienes mundanos era incluir una rosa abierta o que empieza a marchitarse entre los objetos que proclaman su riqueza. Otra flor asociada a la fugacidad es la anémona, probablemente por la brevedad de su floración y por su propio nombre, que significa “del viento”.

LAS FLORES COMO SÍMBOLOS DE DOLOR, LUTO Y MELANCOLÍA

La rosa: los romanos sembraban sus tumbas de rosas, como símbolos fúnebres de luto. Era una manera de representar la dolorosa brevedad de la vida humana, pero también la esperanza de que continúe en otro mundo.

Amapola: como atributo de dos dioses griegos (Hipnos, el sueño, y Morfeo, lso sueños), la amapola se convirtió en un símbolo del “sueño invernal” de la vegetación.
Más tarde, el cristianismo atribuyó un significado sacrificial a la amapola roja gracias a una analogía entre su antiguo simbolismo y el “sueño de la muerte” cristiano.

Anémona: en los ritos del dios griego de la vegetación, Adonis, las anémonas rojas desempeñan un papel central como símbolos de dolor y luto. En la versión de Ovidio sobre la muerte de Adonis, este era un bello joven amado por Venus, que no pudo disuadirle de cazar. El día en que Adonis fue herido de muerte por un jabalí, la diosa, desesperada, roció de néctar el suelo ensangrentado donde yacía, y ese suelo quedó sembrado de anémonas, consagradas desde entonces a su recuerdo.

Iris: las hojas en forma de espada de los iris, sobre todo de la variedad de los gladiolos, aparecen en algunas representaciones pictóricas de la virgen María en alusión a los terribles dolores de la Pasión de Cristo y a la pena de su madre.

Asfódelo: era el lirio de los Campos Elíseos en la mitología griega, quizá porque sus hojas grises y el amarillo mortecino de sus flores sugirieron a Homero la desvaída imagen del otro mundo, por el que erran los muertos como pálidos fantasmas. El mundo clásico recurrió mucho as asfódelo como flor funeraria.

LA FLOR COMO SÍMBOLO DE TRANSFORMACIÓN

Según cuenta una influyente historia, loso discípulos de Gautama Buda le pidieron que describiese la iluminación, y él se limitó a enseñar una flor, darle vuelta con los dedos y sonreír. La no-respuesta trascendente del “sermón de la flor” simbolizaba un estado más allá de cualquier definición verbal. La flor ligada específicamente a la iluminación es el loto, símbolo del despliegue de la sabiduría espiritual. El loto abierto también es un símbolo de la luz definitiva en el taoísmo, y de la pureza suprema en el hinduismo.

LA FLOR COMO SÍMBOLO DE CASTIDAD Y VIRGINIDAD

En el arte religioso las santas (y también algunos santos) aparecen con un lirio, que en este contexto es tanto un emblema tanto de castidad como de pureza. También está presente en algunas representaciones de la anunciación, sea en la mano del arcángel Gabriel, sea en un jarrón al lado de María, que era el “lirio entre cardos” medieval.



[1] TOMADO DE 1001 símbolos. Jack Tresidder Ed Grijalbo. Barcelona. 2004.

LAS FLORES DE EDGAR ALLAN POE


Citas tomadas de Edgar Allan Poe, Poesía completa Edición bilingüe. (2005).Traducción de María Condor y Gustavo Falaquera. España: Poesía Hiperión, 370.

TAMERLÁN (fragmento)
¡Oh corazón ansioso por las flores perdidas
y el soleado esplendor de mis horas estivales!
La voz inextinguible de aquel tiempo ya muerto,
con su repiqueteo interminable,
suena, en el espíritu de un hechizo,
sobre tu vaciedad un toque de difuntos.
(15)

AL AARAAF (fragmento)
PARTE I
¡Oh, nada terrenal excepto el rayo
(devuelto por las flores) de la mirada de la belleza,
como en esos jardines en que el día
surge desde las gemas de Circasia…
Oh, nada terrenal excepto la emoción
de un cantarino arroyo por el bosque…
o (música de quien tiene un corazón apasionado)
la vos de la alegría, con tal paz emitida
que, como el rumor en la caracola,
su eco perdura y ha de perdurar…
oh, nada de esta escoria nuestra,
sino toda la belleza, todas las flores
que nuestro amor aprecia y ornan nuestras glorietas,
embellecen tu mundo tan lejano,
lejano, estrella errante!
[…]
Apresuradamente se arrodilló en un lecho
de flores: de lirios cual los que erguían la cabeza
sobre el hermoso cabo Deucato y brotaban
en derredor, impacientes de pender
sobre los errantes pasos –profundo orgullo-
de aquella que amó a un mortal y por ello murió.
La sefálica, que brotaba con las jóvenes abejas,
alzaba su tallo purpúreo en torno a sus rodillas,
y una flor enjoyada, mal llamada de Trebisonda,
moradora de los más altos astros, donde avergonzó antaño
a toda otra belleza, su meloso rocío
(el néctar fabuloso que conoció el pagano),
hasta el delirio dulce, lo vertió desde el cielo
y cayó en los jardines de los no perdonados
en Trebisonda y en una flor solar
tan semejante a la suya propia allá arriba
que aún sigue, torturando a la abeja, hasta esta hora
con la locura y un insólito ensueño:
En el cielo y en sus alrededores la hoja
y la flor de la planta fantástica, en aflicción
desconsolada permanecen, aflicción que inclina la cabeza
arrepintiéndose de locuras hace tiempo pasadas,
alzando el blanco seno al aire embalsamado
cual belleza culpable, sumisa y más hermosa.
También la nictantes, tan sagrada como la luz,
que teme al perfume, perfumando la noche;
y la clita vacilante entre muchos soles,
mientras ínfimas lágrimas por sus pétalos fluyen;
y aquella ambiciosa flor que brotó de la tierra
y murió casi antes de alzarse al nacimiento
quebrando su oloroso corazón en espíritu
para marchar al cielo, desde el jardín de un rey;
y el loto valisnerio, que escapó
de su lucha con las aguas del Ródano;
¡y tu muy adorable purpúreo perfume, oh Zante!
¡Isola d`Oro! ¡Fior di Levante!
¡Y el botón de nelumbo que para siempre flota
con el Cupido indio por el río sagrado;
bellas flores, ¡fantásticas!, que tienen la tarea
de llevar entre aromas hasta el cielo el canto de la diosa:!
[…]
PARTE II
[…]
“Bajo el jacinto o la flámula
o el manojo de flores silvestres
que protege al durmiente
de la luz de la luna,
oh seres brillantes que caviláis,
entornados los ojos,
sobre los astros que vuestro asombro
ha desprendido de los cielos
hasta brillar entre la sombra
y bajar hasta vuestra frente
cual los ojos de la doncella
que ahora mismo os visita,
levantaos de vuestro sueño
en enramadas violeta,…”
(61-77)

A HELENA (fragmento)
En arriesgados mares habituada a vagar,
tu cabello de Jacinto, tu rostro clásico,
tus aires de náyade me han traído en casa
a la gloria que fue Grecia
y a la grandeza que fue Roma.
(103)

ISRAFEL (fragmento)
El cielo es tuyo, sí, pero este mundo
lo es de dulzuras y de amarguras;
nuestras flores son, simplemente flores,
y la sombra de tu perfecta dicha
es la luz del sol de la nuestra.
(107)

LA CIUDAD DEL MAR (fragmento)
En templos, en murallas cual las de Babilonia,
en umbrías glorietas. Hace mucho olvidadas,
con hiedras esculpidas y con flores de piedra;
en muchos, muchos maravillosos santuarios
cuyos frisos ornados entretejen
la viola, la vid y la violeta.
(111)

LA DURMIENTE (fragmento)
La mata de romero cabecea en la tumba;
el lirio sobre la onda se recuesta;
envolviendo su seno con la niebla,
la ruina en su quietud se desmorona;
semejante a Leteo. ¡ved!, el lago
en un sueño consciente parece recogido
y ni por todo el mundo querría despertar.
¡Toda belleza duerme! ¡y mira dónde
yace Irene, con sus destinos!
(115

EL VALLE DE LA INQUIETUD (fragmento)
Sobre las violetas que allí se encuentran
en miles de ejemplares para la visión humana;
sobre los lirios que allí ondean
y lloran sobre una sepultura sin nombre!
Ondean: de sus fragantes corolas
caen gota a gota rocíos eternos.
Lloran: de sus delicados tallos
descienden en gemas lágrimas perennes.
(121)

A ALGUIEN EN EL PARAÍSO (fragmento)
Fuiste para mí todo aquello, amor,
por lo que mi alma suspiraba;
una isla verde en el mar, amor,
una fuente y un altar,
adornado con frutas y con flores fantásticas,
y todas las flores eran mías.
(131)

A F… (Fragmento)
¡Amada! En medio de las muy grandes penas
que se agolpan en torno a mi camino terrenal
(terrible camino, ¡ay!, donde no crece
ni siquiera una rosa solitaria),
mi alma por fin un solaz tuvo
en sueños de ti, y en ellos conoce
un edén de dulce reposo.
(137)

A ZANTE. Soneto
¡Isla hermosa, que de la más hermosa de las flores
tomas el más gentil de los gentiles nombres!
¡Cuántos recuerdo de cuan radiantes horas
despierta de inmediato tu visión!
¡Cuántos escenarios de felicidad perdida!
¡Cuántos pensamientos de esperanzas sepultadas!
¡Cuántas visiones de una doncella que ya
no está, no está en tus verdes laderas!
¡Ya no! ¡ay, ese mágico y triste sonido
que todo lo transforma! ¡Tus encantos ya no me deleitarán,
tu recuerdo tampoco! ¡Por suelo maldito
tendré en adelante tu costa esmaltada de flores!
¡Oh isla Jacinta!¡Oh purpúrea Zante!
“¡Isolda d´Oro! ¡Fior di Levante!”
(187)

A HELENA (fragmento)
Donde viento alguno osaba moverse sino de puntillas;
Cayó sobre los erguidos rostros de estas rosas,
que exhalaron, a cambio de la luz de amor,
sus almas olorosas en una muerte extática;
cayó sobre los erguidos rostros de estas rosas,
que sonrieron y murieron en su parterre, encantadas
por ti y por la poesía de tu presencia.
(245)

PARA ANNIE (fragmento)
Mi espíritu atormentado
reposa aquí blandamente
olvidando, o a lo menos
nunca añorando sus rosas,
sus viejas preocupaciones
por los mirtos y las rosas.
(257)

A… (Fragmento)
A destruir la flor perfecta y luminosa,
sino que todo es silencioso y bello
y doradas arenas proclaman esa hora
que no trae ningún mal.
(293)